Imagina a una sociedad empoderada por la tecnología en una sociedad transversal, con más capacidad de acción, con más poder, aunque con más complejidad e incertidumbre. Reflexión publicada en Relathia: hacia una sociedad inteligente…
Éste es el tercero de los post que he realizado en colaboración con el proyecto Relathia, fundado por Elena Pisonero, el cual comparto también aquí, en mi proyecto personal “GestionComplejidad”.
Una reflexión en cinco actos…
Imagina
Imagina un mundo con un cambio global en la economía. En lo relativo a tu situación económica, a tus fuentes de ingresos y a tus roles como consumidor y usuario de servicios, piensa en tu posición de influencia en el contexto global.
En ese contexto, imagina un mundo donde tu situación socioeconómica será un conjunto de situaciones, en parte serás asalariado, en parte serás cooperativista, también serás productor y quizás empresario e inversor. A su vez, es probable que también formes parte de alguna red de intercambio de servicios “one to one”.
Por otra parte, imagina un mundo donde han cambiado tus prioridades, ya no necesitas comprar tantas cosas, porque tienes acceso casi gratuito a multitud de servicios, y donde tener cosas en propiedad se ha quedado casi obsoleto.
¿Te cuesta imaginarlo? Pues a mí me cuesta contarlo, pero no nos quedemos aquí, sigamos en el ejercicio. Imagina también la España vaciada en la que los flujos de población vuelven otra vez a los pueblos y las zonas de campo abiertas, ahora estas zonas prosperan, sus gentes no solamente no la abandonan. Han aumentado su calidad de vida, ahora son zonas atractivas para vivir y son receptores netos de población. Ya no es necesario que vivas en una ciudad dormitorio de la gran ciudad para poder estar relativamente cerca de un trabajo y sobrevivir económicamente.
En definitiva, imagina un futuro en el que el sistema económico y social sea un sistema de sistemas, dicho de otra forma, el resultado del solapamiento de varios sistemas.
Complejidad
Si alguna vez has tenido la oportunidad de observar una bandada de estorninos, te habrás dado cuenta de su movimiento global, y quizás te parezca cosa de magia. La bandada se mueve desde sus individuos como si fuera un ente único, dotado de una agilidad y delicadeza envolvente con la que evita colisiones con los objetos del relieve.
En la bandada de estorninos, al igual que en otros sistemas naturales, no existe un cerebro organizador que gestione el fluir de la bandada, ni tampoco una jerarquía vertical desde la que dirigir sus comportamientos. Así es la complejidad y los sistemas complejos, son sistemas que fluyen de abajo hacia arriba, desde lo particular hasta lo general. Las relaciones entre sus componentes, son más bien relaciones transversales, que provocan lo que en el argot de los sistemas complejos, se conoce como “emergencia” de nuevos comportamientos del sistema. Es decir, la aparición de nuevas propiedades o procesos.
El ecosistema “mundo conectado”
Actualmente vivimos en un mundo muy conectado en la tecnología, tanto a nivel de comunicaciones físicas y digitales, como relaciones causa-efecto entre economía, tecnología, política, países, empresas y sociedades,
Este mundo, hoy, es lo que podríamos llamar un sistema complejo globalizado en el que cada día todo es más interdependiente. Si nos abstraemos de la parte natural del planeta y nos centramos en nuestro ecosistema social, económico y tecnológico, nos podríamos preguntar ¿por qué nuestra sociedad se ha vuelto tan compleja…?
En mi opinión es una pregunta importante. Creo que todos estamos de acuerdo sobre la complejidad del mundo que hemos creado, aunque no tengo tan claro que tengamos identificados los mecanismos y sus implicaciones que nos han convertido en la sociedad tal cual hoy somos.
Haciendo un ejercicio de reflexión, me atrevo a contestar que básicamente es la tecnología, que nos ha dotado de una conectividad nunca antes vista, así como de palancas que nos proyectan en direcciones todavía poco exploradas.
Revoluciones industriales
La I Revolución industrial, tuvo una serie de desarrollos tecnológicos y la confluencia de factores, energéticos, de comunicaciones, y de infraestructuras logísticas, que dieron pie a las primeras fábricas en las que se empezó a fabricar en serie. Se cambió el paradigma económico y social de multitud de países en todo el mundo. Esta revolución aglutinó en torno a las ciudades a millones de personas.
En la II revolución industrial, otra serie de avances de la tecnología con la inclusión de la electricidad, el desarrollo del motor eléctrico y de combustión, así como la construcción de las infraestructuras de transporte adecuadas, se dieron las condiciones para que, durante todo el siglo XX, se generase un progreso social como nunca antes se había producido.
También en este siglo se comenzó la gran revolución de la tecnología de la integración electrónica con el transistor e internet (Revolución tecnológica TIC), así como a finales del siglo XX se comenzó con las bases de la III Revolución industrial. Jeremy Rifkin lo describe en su libro “La Tercera Revolución Industrial: Cómo el poder lateral está transformando la energía, la economía y el mundo”.
Uno de los efectos fundamentales de la II revolución industrial, que fue verdaderamente influyente en la sociedad del siglo XX, fue que los avances tecnológicos mencionados anteriormente desarrollaron una economía y una sociedad centralizada, basada sobre todo en la gestión centralizada de la energía, y dando lugar a una economía tal cual la conocemos ahora, cuyos centros de influencia y decisión están claramente localizados y son realmente influyentes.
¿Dónde estamos ahora?
A día de hoy, estamos en el año 2020, con 20 años ya entrados en el siglo XXI, dentro del ecosistema de la sociedad actual, con sus características y el desarrollo de los últimos avances tecnológicos, responde a las características de los sistemas complejos. Una de sus propiedades es el carácter descentralizado y transversal de las relaciones entre sus componentes.
La tecnología que se ha venido desarrollando en las dos últimas décadas ha sido propicia para una paulatina descentralización en muchos aspectos de nuestra sociedad, por ejemplo, el paso a una energía distribuida con las energías renovables, la digitalización de las organizaciones y la sociedad, con la posibilidad real de una redistribución de la población en favor de las áreas menos pobladas.
El COVID-19, ha acelerado y puesto de manifiesto todo aquello que se puede hacer con la tecnología a día de hoy desarrollada, y que de forma paulatina la sociedad procesa, aunque a una velocidad mucho menor que la velocidad de aparición de los nuevos avances tecnológicos.
Con esta tecnología desarrollada en las últimas dos décadas, también se propicia el acceso casi gratuito a multitud de servicios, se propicia la creación propia de contenidos, de conocimiento, y de otros servicios, etc.
Confluencia
Para bien o para mal, la confluencia de los últimos avances tecnológicos, como son: desarrollo de la energía renovable, la digitalización de las organizaciones, así como la creación de un internet de las cosas (IoT), la creación del 5G y el desarrollo de la movilidad autónoma, ha generado una transversalidad que ya ha alterado las influencias y está balanceando los poderes económicos
Llegados a este punto, y cómo se pregunta al inicio de este apartado, ¿dónde estamos ahora? Cierto que, en el año 2020, pero también en una situación preocupante.
Nunca antes como ahora, el individuo había tenido tanto poder aparentemente de decisión, tanta capacidad de aparente elección, y probablemente, nunca antes como ahora, el individuo haya estado ante una situación con tanta incertidumbre como ahora, la incertidumbre propia de la complejidad y los sistemas complejos.
Concluyo y acabo
Los esquemas del siglo XX están rotos, ya no es válido el discurso vertical de los gobiernos, poderes tradicionales, ni de gran parte de las organizaciones. Ahora la realidad es otra, el COVID-19 ha acelerado todavía más esa inmersión de incertidumbre. La pregunta ahora sería, el individuo actual, ¿está preparado para interpretar el escenario actual y obrar en consecuencia, con las herramientas de las que dispone, frente a un horizonte borroso?
La respuesta está llena de incertidumbre. Hay mucho trabajo por hacer, desde Relathia se trabaja con toda humildad para ofrecer un relato colectivo. Un relato de aquello que los individuos nos podemos encontrar en este horizonte, y de aquella información que necesitamos para que colectivamente transitemos hacia un futuro de progreso.
Ponerse a imaginar ahora, no es que sea difícil, es una tarea excitante.
“La pregunta ahora sería, el individuo actual, ¿está preparado para interpretar el escenario actual y obrar en consecuencia, con las herramientas de las que dispone, frente a un horizonte borroso?“
Reflexionando sobre el futuro y una sociedad transversal os dejo. Os espero próximanente!
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